Introducción
De todos los países asiáticos, sólo se puede hablar de la
presencia del fascismo en Japón. Esto es así debido al grado de
"europeización" dada en este territorio, esto significa
que la estructura parlamentaria y partidista funcionaban desde hacia
años, además de tener un sistema económico capitalista ya
asentado.
Antecedentes
Japón se había aislado del mundo tras el shogunato Tokugawa
(1603 -1868), puesto que llevó a la expulsión de los europeos, y
los pocos representantes europeos que quedaron fueron comerciantes
holandeses en una isla determinada, y a la prohibición a los
japoneses de comunicación con el exterior, aunque esto no significó
para Japón un estancamiento: la ciudad creció y la economía
evolucionó.
 |
Fuente. Maddison Project Database |
|
Con la primera guerra del opio (1839-1842) comenzaron a sospechar
que su aislamiento acabaría pronto. Dada la permanencia de los
comerciantes holandeses, surge el
rankagu o educación
holandesa, que revoluciona el pensamiento japonés. La entrada en
1858 de unos navíos estadounidenses fuertemente armados en Japón
obliga a Tokugawa a firmar el tratado de Kanagawa, que abre algunos
puertos japoneses al comercio con los norteamericanos. Seguidamente
se firman unos tratados con Estados Unidos y Reino Unido que abren
las concesiones e introducen la extraterritorialidad.
Estos tratados desiguales crean muchas tensiones en Japón y surge
el movimiento
Sonno Joi de carácter altamente xenófobo. Las
tensiones entre los simpatizantes de este movimiento y aquellos que
se manifestaban en contra acaban desembocando en la guerra
Boshin
(1868-1869) lo que significó el fin del shogunato y la vuelta al
poder imperial.
 |
Fuente: Allen, Breve historia
económica del Japón moderno |
En 1867 se inició la era Meiji con la subida al trono de
Mutsuhito, simpatizante del movimiento
Sonno Joi, así como el
resto de su élite política. En este período se llevan a cabo una
serie de medidas modernizadoras. Esta nueva política pone al Estado
como centro en un intento de emular el sistema occidental. Se abole
el feudalismo, se aboga por la modernización de la burocracia del
Estado y la renovación del sistema educativo. El modelo empresarial
que surge es el conocido como
zaibatsu, que imitaba las
características de la Segunda Revolución Tecnológica. Para poder
modernizar Japón, fue necesario importar bienes y productos
occidentales. Los fondos para estas importaciones estaban basadas en
la exportación de té y seda.
Estos cambios en las políticas japonesas fueron las que
permitieron a Japón unirse al proceso de industrialización en el
siglo XIX. Esta modernización ocasionó a su vez una gran
occidentalización en Japón, lo que llevó a la creación del lema
bunmei kaika, es decir, civilización e ilustración, que
reunió a un grupo de intelectuales con la intención de alcanzar los
avances científicos y los valores de igualdad e individualismo de
occidente.
El apogeo de estas transformaciones se materializa en la
constitución Meiji en 1889, que hace que Japón se torne un
territorio civilizado a ojos de occidente y que fue clave para la
derogación de los tratados desiguales de los que hemos hablado
anteriormente. Y no fue hasta 1911 que al fin fueron totalmente
libres y tuvieron la potestad de poner en marcha medidas
proteccionistas.
El nacionalismo japonés surge a raíz del descontento hacia los
estadounidenses por los tratados que se firmaron en 1858, pero acaba
convirtiéndose en un movimiento imperialista real, que consiguió
legitimarse aún más tras el surgimiento del pan-asianismo.
En el
kokutai o “esencia nacional” es donde se
encuentra la mayor carga ideológica del nacionalismo japonés. Este
concepto recoge las características de la política japonesa, en la
que toda la importancia recae sobre el emperador, que se contrapone
al
seitai o forma de gobierno, ya que a pesar de que el
emperador dispone de poderes ilimitados no se espera que haga uso de
los mismos.
Imperialismo japonés
El imperialismo japonés surge con la guerra sino-japonesa
(1894-1895). Este conflicto supone el estallido del nacionalismo
japonés, que, tras un largo periodo muy turbulento, al fin pudo
apartar los conflictos que habían caracterizado al período Meiji.
Esta guerra también supone el fin de este período, y la intención
del inicio de un Estado-Nación. Podríamos caracterizar a esta forma
de organización de dependiente, militarista y feudal. Japón a
partir de este momento comienza a industrializarse con más rapidez y
a militarizarse, a razón de la guerra sino-japonesa, y con el
aliciente de la ruso-japonesa (1904-1905), cuando el imperialismo
japonés se oficializó. Estos dos hechos convirtieron a Japón en
una potencia mundial, y lo condujeron poco a poco hacia un imperio
colonial con la anexión de Corea y la de Formosa (Taiwán) como
colonias agrícolas, entre otras.
Los japoneses veían a estas colonias como una oportunidad
económica y política, que protegía a Japón de las naciones
vecinas que tratasen de impedir su acceso a materias primas y
trayectos marinos. Además, los japoneses estimaban la militarización
japonesa como crucial para poder defender el imperio y para poder
importar los recursos naturales que no se encontraban dentro de su
territorio. Las victorias tanto en el conflicto contra China, como
contra Rusia, contribuyeron a desarrollar el transporte, la banca y
la industria.
 |
Fuente: Maddison Project Database |
|
Japón fue uno de los territorios que salió más beneficiado del
desarrollo y final de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), ya que
exportaron alimentos y armas durante esta contienda y de capital para
la reconstrucción cuando concluyó. Esto ayudó mucho a Japón, que
se estaba enfrentando al inicio de una crisis económica previo al
conflicto, puesto que a pesar de que los niveles de PIBpc eran muy
álto, había un déficit en la balanza de pagos desde la era Meiji.
El alto número de exportaciones corrigió este problema y le dio la
vuelta, habían llegado a un superávit. Además, el país adquirió
un gran número de territorios que pertenecían a Alemania. Todo esto
no implica que Japón no enfrentara crisis financieras. Cuando se
evidenció la burbuja, pudo observarse la falta de competitividad y
el exceso de de capacidad de la economía japonesa. Como
consecuencia, durante toda la década de 1920, se produjeron
recesiones y crisis financieras. A lo largo de este período, las
esferas políticas y económicas están dirigidas por grupos
financieros y militares que aún así consiguen mantener a Japón
como potencia mundial próspera, además del control político y la
expansión territorial, manteniendo un régimen autoritario.
A partir de 1930, Japón creó una nueva política económica de
quasi-guerra, que se basaba en la industria militar, quienes
comenzaron a controlar la industria económica. Además, Japón
comienza a rechazar el imperialismo occidental y a pretender una
economía e ideología propias, que se fundamentaba en el
pan-asianismo, idea de la cual hemos hablado con anterioridad. Todo
esto sumado al nacionalismo y el gran poder que se había otorgado a
los militares, condujo a la contienda de la Segunda Guerra Mundial
(1939-1945) , en la que intentarían llevar a cabo su proyecto. Este
sería el principio del fin del imperialismo japonés. Su
participación en el conflicto no sólo significó una pérdida
territorial y una disminución de población, sino que además afectó
negativamente a nivel económico, pues disminuyó su capacidad
productiva debido a la falta de recursos y materias primas.
Estados Unidos, con al intención de democratizar el sistema
político y acabar con el imperialismo japonés, optó por abolir los
zaibatsu, puesto que consideraba que tenían demasiada influencia, en
su lugar, se establecieron empresas independientes, además, se
comenzaron a permitir los sindicatos así como las distintas formas
de organización colectiva, entre otras medidas. Por último, se
pusieron en marcha distintas medidas económicas estabilizadoras.
Consecuencias
Consecuentemente, la economía japonesa comenzó a mejorar
notablemente, lo que se conoce como “milagro económico japonés”
(1951-1973). El contexto de Guerra Fría entre la URSS y EEUU también
afectó al país, pues EEUU dispuso al territorio de despensa
industrial. Además, aumentaron las exportaciones a la vez que e
imponían medidas proteccionistas. Poco a poco fue acumulándose el
capital y continuaban los avances científicos, lo que también
ayudaba a potenciar la economía.
Conclusión
La historia japonesa estuvo llena de
conflictos internos hasta que comenzó la etapa imperialista,
producida por el descontento producido por la no permisión de
occidente a los japoneses de hacer las cosas “a su manera”
(teniendo en cuenta su aislamiento comercial, eran prácticamente
autárquicos) y aumentando de esta manera la xenofobia y la
necesidad nacionalista, lo que les llevaría a lo más alto, pero
también sería su ruina. La consecución de un desarrollo económico
convergente con el resto del mundo y el período de industrialización
habría podido llevarse a cabo, probablemente, sin la necesidad de
este fascismo olvidado y del que nadie habla.
Occidente entero, hasta que no vio que
los niveles de militarización que se estaban alcanzando en Japón
eran perjudiciales para ellos, o suponían de alguna forma una
amenaza por el poder del que les dotaba en las negociaciones, no
actuaron, permitiendo a Japón llevar a cabo un régimen fascista que
no permitía a los ciudadanos vivir en libertad y desde la igualdad,
como habían perseguido desde la era Meiji. Todo lo que avanzaron con
la constitución de la restauración Meiji, es decir, la visión del
resto del mundo de que los japoneses tenían una sociedad civilizada
y con la que se podía tener una relación de iguales fue
ensombrecido con el carácter reaccionario del imperialismo, que sólo
se permitió por el desarrollo económico estelar que permitían los
zaibatsu. Los conflictos xenófobos y nacionalistas vuelven a ser la
razón del auge de estas formas de organización, que no habría sido
posible de otro modo.
Bibliografía
Tema 2 y 4 , asignatura Historia Económica
La
aceleración del crecimiento – Enric Tello Garay (Disponible en AV)
Beatriz Mira Gomis